jueves, 18 de junio de 2015

La tarea comunicativa y la tarea posibilitadora.

Seguimos avanzando en el curso de ELE del Instituto Cervantes de Roma, y os dejo aquí un ejemplo de diferentes tareas que queremos llevar a cabo en el aula a través del método comunicativo. Se ha elegido dos actividades sencillas que a través de una secuenciación bien definida se pretende llegar al objetivo marcado previamente. Aquí hemos trabajado la evaluación de dos tipos de tareas con las que podemos trabajar en el aula.

Actividad 1.


Descripción de la actividad. Tarea comunicativa.

En la parte superior encontramos los adjetivos con los que vamos a trabajar y en la parte inferior una breve definición de los mismos.

Primera parte: Los alumnos deberán hacer grupos de dos personas y se les dará en primer lugar los adjetivos. Deberán debatir el significado de cada unos de los adjetivos durante 5 minutos aproximadamente.

Segunda parte: posteriormente se les dará las definiciones para que las unan con las palabras correctas. Después el profesor irá preguntando a los diferentes grupos y dará la definición correcta de cada uno de los adjetivos.

Tercera parte: Los alumnos hacen nuevas parejas y deben debatir sobre si los adjetivos son positivos, negativos o neutros e incluirlos en alguna de estas dos listas. Esta temática nos dará facilidades para fomentar el debate y la participación en clase. Después se pondrán en común con el resto del grupo las diferentes opiniones a las que se ha llegado.

Objetivo de la actividad.

Trabajar la comunicación  a través del aprendizaje de adjetivos. Utilizamos un enfoque comunicativo ya que a través de esta tarea el alumno está trabajando la expresión oral y la comprensión auditiva. A través de un método inductivo.



Actividad 2.


Descripción de la actividad. Tarea posibilitadora.
Primera parte: Los alumnos deben completar la actividad de manera individual.
Segunda parte: En grupos de 4 personas podrán en común los resultados de sus ejercicios.

Objetivo de la actividad.
Se pretende que afianzan conceptos que pueden no estar claros y que se han trabajado anteriormente en clase. En la segunda parte corregirán los posibles errores que hayan tenido los alumnos de forma grupal mientras trabajan la expresión oral.


Fuente: Cuaderno de ejercicios, nivel B1. Editorial Difusión.

martes, 16 de junio de 2015

Hagamos del alumno el protagonista de su propio aprendizaje.

       Siempre es positivo echar un vistazo atrás en a la historia de la enseñanza de un idioma como lengua extranjera para no caer, de forma inconsciente en modelos obsoletos, pero que por desgracia siguen estando vigentes en los entornos escolares. Deberemos superar ciertas metodologías y enfoques que fomentan el caminar por posibles vías tortuosas en nuestro deseo de conseguir los objetivos comunicativos esperados. 

Os dejo aquí una línea temporal que espero que sea fácil de comprender.

viernes, 5 de junio de 2015

Una mala experiencia puede condicionarnos en la confianza a la hora de aprender un idioma.

    

   Una mala experiencia a lo largo de un curso escolar puede tener un efecto muy negativo en la confianza con los idiomas en la etapa adulta. Recuerdo mi aversión al inglés desde que comencé el instituto, y que perduró, hasta que el deseo de querer comunicarse en otro idioma que no fuera mi lengua materna, se impuso como algo más cercano a la supervivencia que a aprobar una asignatura, al irme a vivir a Escocia.  
Cuando yo rondaba unos 14 o 15 años, estudié ingles durante un curso escolar con Felicia, que siendo completamente sincera, proyectaba una gran inseguridad sobre lo que transmitía en clase, además de que el inglés solo estaba presente de forma escrita. Recuerdo unos pequeños trozos de papel, que eran el cuarto de un folio A4 escritos a máquina que rondarán los 15 años de antigüedad; Donde había huecos en blanco que esperaban ser completados con los diferentes tiempos verbales explicados sólo gramaticalmente en clase, un completo caos. 
Si ahora evalúo aquellas clases, veo claramente que la profesora no sentía placer al enseñarnos, y si para ella no era un tiempo a destinar agradable, nunca podría haber conseguido ningún tipo de aprendizaje.
Añadiría, que carecía a consecuencia de lo anterior, una falta de motivación para prepararse actividades amenas, lúdicas con unos objetivos pedagógicos bien definidos. Además del tremendo error que ella siempre hablaba en español durante las clases, así como nunca nos dividió en parejas para que mantuvimos un diálogo.


            La idea de que nunca sería capaz de mantener una conversación en otro idioma, me siguió acompañando en la universidad, a pesar de ver con mis propios ojos, que todo alumno puede aprender con un método determinado en un contexto favorable. Hasta que un dia decidi irme a Edimburgo y rodear todos mis poros de mi temido inglés.


Allí es donde asistí a las mejores clases de inglés de mi vida, sorprendentemente con unas variables nada favorables a simple vista, si lo comparamos con el contexto que tenia mi antigua profesora, Felicia, en un instituto público con recursos a su alcance, una clase de 18 alumnos, francamente un grupo muy homogéneo sumado una buena remuneración. Así Edward, un profesor de la universidad de Edimburgo nos daba clases voluntariamente, en una asociación llamada the welcoming, a 40 alumnos de diferentes países, diferente cultura, edad, clase social y con diferentes niveles educativos. Que decir, sino que el aprendizaje fue exponencial al compararlo con toda mi vida académica y que en solo dos meses comencé a hablar inglés. Toda aquella gramática vista desde que tenía 6 años empez;o a tomar forma en mi cabeza y la inseguridad desapareció.


      Podemos afirmar de que un idioma se aprende si hay una motivación de querer comunicarse con el prójimo, en resumen una necesidad de querer conocer y que nos conozcan: Dentro de una clase de idiomas debe primar siempre la confianza en los alumnos de que pueden conseguir los objetivos planteados. Al impartir clase siempre viene a mi memoria, lo que solía decía José Luis Sampedro “mi pedagogía es amor y provocación, hay que querer a la persona a quien se enseña y hay que provocarles para que piensen por su cuenta y no para que acepten sin condiciones lo que yo digo”.

Qué aptitudes y habilidades crees que debe tener un buen y un mal profesor de idiomas?

Sería muy enriquecedor que cada uno de vosotros nos contara sus experiencias docentes relacionadas con el aprendizaje de idiomas.